jueves, 7 de octubre de 2010

COMO UN JUEGO DE NIÑOS



Siempre he dicho que a las penas
debemos enfrentarlas con la hoja y con la pluma.
que la angustia solamente puede ser vencida
si nosotros desenredamos de a poquito
los hilos que entretejen su madeja.

Luego de otra amarga noche escribo
para que el papel me enseñe ahora
la lección que ayer no pude
aprenderme de memoria.

Pues siempre salteo
en los manuales del dolor vivido
la teoría que me hubiera sido imprescindible
para que en próximas partidas de palabras
nadie pueda hacerme trampas
sin temor a que lo vea.

Mi hoja siempre es una gran alternativa;
un privado ambrosía que me cura,
y tiene el código de la complicidad,
que a mí tanto me falta cuando estoy ante terceros
para confesar mis ideales…
pues ya tengo miedo al plagio que traiciona.

Una a una mis ideas completan
con inerte manuscrita,
los párrafos en blanco todavía sin cubrirse.
me dictan al oído palabras que yo ignoro,
palabras repetidas, o palabras que no riman.

Quiero hacer notar
que algunas cosas me molestan.
Pero mi corazón adoctrinado
se escuda en el silencio.

Pisar otra vez alguna calle
sin sentir nuevas vergüenzas.
Y que el texto que me falta
para acabar este poema
se llenase de palabras…
Sin yo hacer esfuerzo alguno.

Yo quisiera escribir este poema
como si el día de ayer no haya existido;
Y así los afectos que he perdido
aún querrían leer mis manuscritos.
Ya no deseo decir más suposiciones.
desearía encontrarme todo el tiempo
con verdades en mi boca.

Desearía no tomarme la vida tan enserio;
así nunca más lastimaría a mis queridos.

Y de repente aparecen negaciones,
-cuestiones de la vida-,
Que no me hacía falta contestarlas.
Ideas y utopías y mil suposiciones;
me nacen en el pecho y me piden que las cuente.
Me nace, por ejemplo, (y aquí yo me detengo):

“Si en un mañana yo pudiera
otra vez ver la vida como un juego
que se acaba el día que morimos”.

Si el Señor me concediese
que mi vida volviera a ser un juego,
yo ahora nunca más me dejaría
perder tantas partidas,
únicamente porque me apena
el poco entendimiento.

Y a mi niño dejaría de exigirle aquellas cosas
que yo sé no puede darme.
Así yo ganaría en esta mano
(que pareciera ser irrelevante),
muchos años más de vida:
Pues si todos nos fijásemos un poco
podríamos notar que nuestro niño sufre mucho
y envejece muy de golpe
cada vez que el padre le molesta
con cuestiones moralistas.
(Estas cosas no son inteligentes).


Si en un mañana pudiera yo otra vez
ver la vida como un juego que termina
en el día en que morimos:
Pues ya mismo empezaría a recorrer
los países donde alguna vez yo haya vivido;
Entonces buscaría la palabra y el perdón
De quienes mi soberbia en un tiempo ha lastimado.




Y así yo ganaría
–Si el Señor no se ofendiera demasiado-
el derecho a reclamar en el día de mi muerte
la entrada al Paraíso…
Pues habré tenido méritos de sobra.

Si yo pudiera ver la vida de nuevo como un juego
que termina en el día que morimos:
No me pelearía nunca más con mis amigos
por defender el psicoanálisis;
Y me tomaría en cambio un tiempo largo
para practicar caligrafía y pensar cada palabra…
Que yo debo que decir al otro día.

Entonces si en mi barrio alguien viniera a preguntarme
qué me pasa, porqué tanta tristeza…
Yo en seguida podría desahogarme de mis penas
contando al menos un relato
de aquella mujer que no he tenido.
¿Cómo puede alguien saber completo el verso
que nace y muere en nuestro pecho?

Desearía que la gente que vive al lado mío
entendiese que la vida debiera ser tomada
de cuando en cuando un poco como en juego.
Y así tal vez luego de alguna discusión inesperada,
quien no sea propietario de la última palabra
felicite a su adversario en muestra de respeto.
Y cada diferencia de ideales
finalice con las manos estrechadas.

Si yo pudiera otra vez en el futuro
ver la vida como un juego de niños:
Recurriendo a la nobleza dejaría sin palabras
a quienes buscan mi discordia.
Pues no me importaría demasiado
ser un poco más inteligente
si con eso yo frenara
los discursos de dobles intenciones.


Aunque dudo mucho que aquellos jugadores
que participan en esta competencia
(que se finaliza el día en que nos vamos de este mundo),
entiendan de inmediato que no vale la pena
hilar palabras al discurso...
Para que la vanidad salga ganando.

Apreciaría mucho más a mis defectos,
y con toda la nobleza
que yo pudiera tener en esta vida
los defendería con grandes argumentos
que enternezcan el corazón y los oídos
de mis posibles detractores.

Entonces yo me daría media vuelta
y mientras me persigue el ambiente silencioso
andaría muy tranquilo y sin tener que preocuparme;
pues daría por ganada esas partidas
que tienen pocas reglas
para las palabras que se usan.

Y si otra vez me levantara
con muchas ganas de morirme…
Ser sincero.
Y no escribir en un cuaderno de bitácora
que la vida merece ser vivida.
después de todo…
en el papel se quedan las lágrimas escritas.
¿Acaso no es la poesía una tristeza
que se apura hacia afuera de nosotros
en busca de la hoja?

Si en un mañana pudiera yo otra vez
ver la vida como un juego
que se acaba en el día que morimos:
Revisaría más seguido el diccionario
y buscaría más sinónimos
para mi vocabulario repetido,
por si acaso mis letras te aburrieran,
yo tendría mil sinónimos para definir un sustantivo.

De yo volver a ver la vida como un juego
que se acaba en el día que morimos,
me preocuparía más por darle a ustedes
versos nuevos…
En vez de corregir tanto los ya escritos.

Y así de paso dejaría
-por al menos un momento-
todos los anonimatos;
Pues aunque el cristianismo
me recomiende ser modesto
en verdad quisiera por lo menos
un ratito a la semana,
un minuto o una hora,
que la gloria me durase…
O reconocimiento por todo lo que escribo.
(Yo sé que vale un poco).


Pues hoy la guerra ha terminado
Pero papá no volvió con la bandera:
Ya no tengo quien me lea los cuentos a la noche;
Y si otra vez naciera:
No tendría quien me enseñe
a pedalear en bicicleta.
Los hombre malos enterraron a papá
bajo una cruz que tenía mil estrellas.
y un cajón que suena (si alguien lo golpea)
igual que los tambores...
Que tocaban en la guerra.

Nicolas López Dallara



Detén la música de la página para escuchar esta canción

No hay comentarios:

Publicar un comentario